sábado, 24 de octubre de 2009

Cuando un niño deja de ser un niño


Hay un instante en la vida de un niño en el que deja de ser un niño.
Ojos azules.
Piel clara.
Sonrisa dulce y pícara.
Ángel inocente.
Ojos azules.
Piel clara.
Sonrisa rota y desconfiada.
Ángel que cayó y al levantarse perdió sus alas.
No importa qué edad tenga. Sucede sin más, sin preaviso.
Padre que grita a madre tras recibir una de sus miradas inquisidoras.
La gota que colmó el vaso.
Un vaso en la mesilla y la caja de ansiolíticos vacía.
Ojos azules observando y el grito se repite como un eco de sí mismo. ¡Basta ya! ¡He dicho que no lo hice!
¡Mentiroso! ¡Traidor! ¡Embustero!
Y un silencio.
Una mirada. Un grito. Una fuerza física arrojada contra el marido.
Chaqueta rota.
Camisa rasgada.
Pecho con sangre que es sombra de diez uñas nerviosas.
Y los ojos azules tiemblan, se humedecen sin llegar a ser fuente. El miedo los detiene. Los contiene.
Y el niño deja de ser quien era, para pasar a ser una duda, una incógnita…una culpa.
Sólo el tiempo cicatrizará una herida que siempre dará punzadas.



martes, 20 de octubre de 2009

Tiempo sin tiempo


Tiempo
sin tiempo.
Segundos que ya perecieron.
El tiempo guarda fiesta
mientras dura el viento.
Inspira.
Espira.
Un segundo
sin segundo.
Y el tiempo
permanece...
Quieto.


sábado, 10 de octubre de 2009

Turista en mi ciudad

Las calles se suman a las calles, y los pasos a los pasos, uno tras otro, sonido tras sonido, conformando mi ciudad…
…y me siento como una turista más, pero de esas que tras llevar un largo tiempo en el mismo sitio, sabe todo lo bueno y todo lo malo que puede encontrar, y espera con ansias poder irse cuanto antes.

Una turista encerrada entre las casas como barrotes, y el cielo ahora gris acero.

Y te preguntas para qué estará hecha la memoria si, aún aprendiendo a su costa, hay veces que no sabes cómo usar sus lecciones… Acaso será para recordarnos que sólo nos queda esperar.

Esperar a la par que el tiempo espera a sí mismo verse marchar.


Y aquí estoy de nuevo, "viviendo" en Zaragoza. Tras dos años con una pie físicamente en diferente sito, Zaragoza-Galicia, Zaragoza-Teruel y más tiempo aún con la mente planeando en la huída de este lugar. He llegado a la conclusión, de que para que una marcha tenga éxito y sea útil en la vida, ha de desvincularse de su identificación con una huída. Es necesario limpiarse por dentro, llenar el pozo que todo somos con un agua limpia y sin oleaje, respirar hondo y, entonces y sólo entonces, partir, partir y descubrirse a una misma en los rostros y rincones de lugares nuevos. En mi caso estoy en esa etapa intemedia, purificándome y calmando mi alma...

Lo más doloroso de irse a un sitio desde hace tiempo pensado, convivir con su atmósfera y tener que regresar al punto de partida de una forma brusca y obligada, es la sensación de que una parte de tí permanece en el lugar del que volviste, incluso te visualizas a tí misma dividida: tu yo físico deambulando por tu ciudad actual, y tu yo interior paseando por las calles en las que dejaste tus huellas, lejos. Es como si te fueses fragmentando, y estubieses en la espera de que llegue el momento de juntar todos tus pedacitos y recomponerte.

Eso siempre sucede. Allí a donde vamos, una parte de nosotros se queda y a la vez, algo nos aporta esa nueva experiencia. Es como un trueque, un intercambio de influencias... de energía al fin y al cabo.

Ese intercambio siempre te refuerza, a veces lo reconoces de forma inmediata, otras veces te desgasta,ya que te duele ver la parte que dejaste en la distancia, y no descubrir qué has recibido a cambio...pero sólo queda tener paciencia, pues con el tiempo terminas descubriendo que se ha depositado dentro de tí una semilla que va germinando. Unas veces tardas más y otras menos. En mi caso, por ejemplo, he tardado cerca de dos años en descubrir que la persona con la que estube 8 años compartiedo mi corazón, me hizo un favor al dejarme, y no sólo por liberarme de estar con él -pues no es de esas personas que merezcan mucho la pena conocer-, sino porque en cuanto terminó nuestra relación, comenzó una etapa nueva en mi vida en la que cada vez me siento más compenetrada conmigo misma...



















martes, 6 de octubre de 2009

CUANDO EL AJO AJADO COMIENZA A ANDAR





Os presento al protagonista de este día: el Ajo Ajado.
Me gusta su simbología, el propio sonido de las palabras de su nombre la evocan. Habla de una piel rota, resquebrajada, dolida, de heridas que llevas en tí, que se produjeron cuando ya no podías más y sentiste que te rompías por dentro, como un sonido de rasgado interno. Luego cicatrizaron, pero aún hay momentos en que esas heridas supuran, y cuando ya crees que están bien cerradas sucede algo que las abre.
Y luego vuelven a cerrarse,
a supurar,
a secarse.
Pero cuando sin dar tiempo a cerrarse vuelve a haber algo que te rasga el interior...
... un zarpazo de la vida que te llega, que aunque lo ves venir no lo sabes esquivar. Entonces empiezas a sentirte como un auténtico Ajo Ajado, con una piel fina y resquebrajada.Pero lo que al principio no sabes, lo descubres con el tiempo, es que esa fina lámina que te envuelve esconde tras de sí un corazón fuerte. De ahí el título que he escogido para este primer día. Hay que hablar de que todo puede cambiar, pero solo si uno mismo se lo propone. Los logros no llegan sólos, hay que tener una disposición para animarlos a que lleguen. Hay que andar, proyectar y trabajar por algo. Puede que no alcances ese algo, pero por el camino del intento aparece algún que otro un regalo, una aportación preciosa de la vida. Quizás una persona especial que conoces y te enriquece, un trabajo nuevo, un nuevo pequeño hedonismo de la vida...No sé, pero al menos hay que intentarlo, ¿no? Si no viviríamos como vegetales sin alma . Especifico lo del alma de los vegetales, porque hay quienes dicen que tienen una, nadie sabe...