sábado, 10 de octubre de 2009

Turista en mi ciudad

Las calles se suman a las calles, y los pasos a los pasos, uno tras otro, sonido tras sonido, conformando mi ciudad…
…y me siento como una turista más, pero de esas que tras llevar un largo tiempo en el mismo sitio, sabe todo lo bueno y todo lo malo que puede encontrar, y espera con ansias poder irse cuanto antes.

Una turista encerrada entre las casas como barrotes, y el cielo ahora gris acero.

Y te preguntas para qué estará hecha la memoria si, aún aprendiendo a su costa, hay veces que no sabes cómo usar sus lecciones… Acaso será para recordarnos que sólo nos queda esperar.

Esperar a la par que el tiempo espera a sí mismo verse marchar.


Y aquí estoy de nuevo, "viviendo" en Zaragoza. Tras dos años con una pie físicamente en diferente sito, Zaragoza-Galicia, Zaragoza-Teruel y más tiempo aún con la mente planeando en la huída de este lugar. He llegado a la conclusión, de que para que una marcha tenga éxito y sea útil en la vida, ha de desvincularse de su identificación con una huída. Es necesario limpiarse por dentro, llenar el pozo que todo somos con un agua limpia y sin oleaje, respirar hondo y, entonces y sólo entonces, partir, partir y descubrirse a una misma en los rostros y rincones de lugares nuevos. En mi caso estoy en esa etapa intemedia, purificándome y calmando mi alma...

Lo más doloroso de irse a un sitio desde hace tiempo pensado, convivir con su atmósfera y tener que regresar al punto de partida de una forma brusca y obligada, es la sensación de que una parte de tí permanece en el lugar del que volviste, incluso te visualizas a tí misma dividida: tu yo físico deambulando por tu ciudad actual, y tu yo interior paseando por las calles en las que dejaste tus huellas, lejos. Es como si te fueses fragmentando, y estubieses en la espera de que llegue el momento de juntar todos tus pedacitos y recomponerte.

Eso siempre sucede. Allí a donde vamos, una parte de nosotros se queda y a la vez, algo nos aporta esa nueva experiencia. Es como un trueque, un intercambio de influencias... de energía al fin y al cabo.

Ese intercambio siempre te refuerza, a veces lo reconoces de forma inmediata, otras veces te desgasta,ya que te duele ver la parte que dejaste en la distancia, y no descubrir qué has recibido a cambio...pero sólo queda tener paciencia, pues con el tiempo terminas descubriendo que se ha depositado dentro de tí una semilla que va germinando. Unas veces tardas más y otras menos. En mi caso, por ejemplo, he tardado cerca de dos años en descubrir que la persona con la que estube 8 años compartiedo mi corazón, me hizo un favor al dejarme, y no sólo por liberarme de estar con él -pues no es de esas personas que merezcan mucho la pena conocer-, sino porque en cuanto terminó nuestra relación, comenzó una etapa nueva en mi vida en la que cada vez me siento más compenetrada conmigo misma...



















3 comentarios:

  1. lo bueno de ser turista en tu ciudad es q te mantienes abierta a releer cada rincón del lugar donde has crecido... cada vez que atraviesas sus calles, adquieren un sabor distinto, al nutrirlas de tus experiencias vividas y de las q están por llegar...estoy convencida de que te esperan vivencias muy positivas en esta nueva etapa,Pilar, sólo tienes q saber verlas!!

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  2. las veré, claro que las veré! Además, tengo muy buenas compañías que me abren los ojos ;)

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  3. Aquí me he dado por aludida, jeje ;)
    Ya te puedo leer desde casa (bien!) :)

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